¿Qué es la ansiedad?
1/25/20255 min read
La palabra “ansiedad” está cargada de connotaciones negativas y por ello la mayor parte de las personas la asocian con un estado de sufrimiento, emociones incómodas, pensamientos negativos, sensaciones corporales limitantes… Sin embargo, esta es solo una de las facetas que puede presentar la ansiedad.
Explicado de forma sencilla, diríamos que los niveles de ansiedad que podemos experimentar van a depender del balance que exista entre dos factores: por un lado, las exigencias que nos vamos encontrando en la vida y, por otro, los recursos que tenemos para afrontarlas.
Generalmente, cuando este balance se mantiene equilibrado todos funcionamos de forma adecuada. Sin embargo, cuando una persona siente que la realidad le impone retos complejos y que no tiene herramientas para afrontarlos, aparece lo que denominaríamos ansiedad (que podría presentar diferentes niveles, desde una sensación de nerviosismo normal dada una situación concreta hasta crisis de ansiedad muy limitantes).
En este sentido, será esperable que aparezca ansiedad en situaciones como:
Momentos de evaluación, como un examen, una exposición, una entrevista de trabajo, una prueba deportiva…
Hacer frente a algo que provoca reacciones de miedo, sea algo objetivo o un miedo irracional derivado de nuestros propios pensamientos.
Al sentirse expuesto, como por ejemplo las situaciones sociales.
Cuando adoptamos una visión catastrofista de las cosas, anticipándonos en negativo a cosas que pueden pasar (o seguramente no) en el presente o el futuro.
Cualquier cuestión nueva o desconocida, dado que la incertidumbre tiende a causar en las personas una hiperactivación en su nivel de funcionamiento.
Las situaciones en las que puede aparecer la ansiedad son muy variadas y también dependerá de multitud de factores, como la experiencia previa o los rasgos de personalidad de cada persona. De igual modo, la ansiedad se puede manifestar de formas muy diversas, como vamos a comentar a continuación.
¿Cómo se manifiesta la ansiedad?
A lo largo de nuestra trayectoria profesional abordando la ansiedad hemos observado tanta sintomatología distinta como personas la sufren: cada persona la experimenta de una manera diferente, aquejada más por un tipo de manifestaciones que por otros. No obstante, entre las formas más habituales de presentación, destacamos:
Patrones de pensamiento problemáticos, normalmente en forma de ideas negativas o irreales que pueden dar lugar a bucles de los que resulta complicado salir y que provocan una gran sobrecarga mental, además de malestar emocional.
La agitación propia de la ansiedad junto las alteraciones del pensamiento acaban provocando problemas en el funcionamiento cotidiano, con dificultades para concentrarse, aumento o reducción del apetito, problemas para dormir, disfunciones sexuales…
De modo similar, las alteraciones de nuestro mundo interior terminan por manifestarse en el cuerpo, surgiendo molestias diversas como tensión muscular, dolores, sensación de entumecimiento, temblores…
En momentos de ansiedad intensa las personas suelen experimentar sensaciones que confunden con problemas de salud graves. Por ejemplo, en ocasiones la taquicardia producida por la agitación puede parecerse a un infarto; la dificultad para respirar resulta similar a una asfixia; los mareos podrían confundirse con un desmayo inminente…
Más allá del malestar que pueden provocar estos síntomas, el verdadero problema tiene que ver con la interpretación que hacemos de los mismos, llegando a aumentar notablemente nuestra ansiedad a causa de este miedo. Durante la terapia dedicaremos parte del trabajo a perder el miedo a la ansiedad y sus síntomas para reducir de este modo la carga añadida derivada de nuestra interpretación errónea de lo que sucede.
Mitos y verdades sobre la ansiedad
La ansiedad solo trae cosas negativas. En realidad, la ansiedad solo resulta problemática cuando alcanza niveles elevados, mientras que a dosis bajas o moderadas nos ayuda a funcionar en la vida diaria. Por ejemplo, sería muy complejo afrontar con éxito un examen o una entrevista de trabajo si estamos totalmente desactivados: necesitamos un cierto grado de activación para funcionar a pleno rendimiento.
No puedo hacer nada para reducir mi ansiedad. Aunque un episodio de ansiedad puede llegar a su fin por sí mismo, lo cierto es que no aprender a gestionarla puede provocar que con el tiempo se cronifique, llegando a limitar cada vez más la vida de la persona. Por esta razón, es fundamental aprender estrategias para manejarla cuanto antes.
Siento que mi ansiedad no tiene límites. Como decíamos, un episodio de ansiedad desaparece al igual que aparece (sabemos que todo lo que sube baja). Es relevante comprender que, aunque resulta molesta y provoca sufrimiento, no va a crecer hasta el infinito. De esta manera podremos ir perdiendo parte del miedo a la ansiedad, teniendo en cuenta que precisamente nuestra ansiedad se va a alimentar del miedo que sintamos hacia ella, lo que puede hacerla crecer.
La ansiedad solo desaparecerá si evito su causa. Aunque pueda parecer algo lógico, lo cierto es que la evitación es paradójica: podría parecer que evitando solucionamos el problema desde la raíz, pero en realidad la evitación solo forma parte y contribuye al problema. Cada vez que evitamos algo para prevenir la aparición de la ansiedad estamos limitando más nuestra vida, a la vez que alimentamos la fuerza de nuestra ansiedad. Debemos aprender a afrontar en lugar de evitar.
Se me pasará tomando algo. En muchos casos la toma de medicación es una parte fundamental del tratamiento para la ansiedad, aunque no siempre es tan sencillo. Por un lado, no todos los casos requieren medicación para solventarse y, por otro lado, aun con medicación, se necesita un trabajo personal. Esta cuestión es importante porque todavía se mantiene la creencia de que los psicofármacos solucionan el problema, pero en nuestra experiencia la adquisición de estrategias para gestionar las situaciones del día a día es vital para que la persona esté preparada para la vida.
Es incontrolable, la ansiedad maneja mi vida. Se trata de una de las ideas más limitantes, ya que provoca en la persona una sensación de impotencia e indefensión que alimenta aún más la ansiedad. Sin embargo, en realidad hay que partir de que puedo tomar las riendas en cualquier momento, adquiriendo las herramientas que me permitan ir viviendo mi vida en la dirección que deseo mientras la ansiedad se va reduciendo.
En definitiva, en muchas ocasiones la forma que tenemos de pensar sobre la ansiedad, e incluso lo que hacemos para intentar huir de ella, solo contribuye a que el problema se mantenga en el tiempo, pudiendo agravarse.
Conocer esta realidad y romper con los mitos anteriores es el primer paso para superar los problemas de ansiedad. El siguiente implica desarrollar estrategias para gestionarla, ya que, como hemos ido comentando, es la única verdadera vía para aliviarla.
¿Cuándo tomar medicación?
En nuestro centro, el abordaje terapéutico gira fundamentalmente en torno al trabajo en psicoterapia de los focos de conflicto o de sufrimiento. Por ello, en la mayoría de los casos, no se plantea ni resulta necesaria la prescripción de medicación. Sin embargo, existen otras situaciones en que el alivio que proporcionan los fármacos es indispensable para que el paciente se encuentre en condiciones de abordar sus problemas en terapia, y también casos en los que la naturaleza misma del problema precisa del tratamiento médico para un abordaje eficaz.
En nuestro equipo somos conscientes de los temores y de los reparos que la toma de una medicación “psiquiátrica” causa a nuestros pacientes. Por eso dirigimos buena parte de nuestros esfuerzos a explicar al paciente el efecto que va a causar el fármaco y los beneficios que va a proporcionar; estando accesibles para consultar cualquier duda al respecto y valorar el ajuste de dosis si es necesario.
En esta línea, nuestros objetivos con respecto a la medicación son los siguientes:
Intentar que el fármaco a usar sea lo más suave posible y se mantenga tan sólo el tiempo necesario.
Evitar en lo posible medicaciones que puedan causar dependencia a largo plazo. Con respecto a esta cuestión, es importante reseñar que los antidepresivos, antipsicóticos y estabilizadores del ánimo no causan ningún tipo de dependencia.
Establecer una relación en la que cualquier dificultad o inconveniente será tenido en cuenta, pudiendo haber coordinación con el médico de referencia para coordinar ambos abordajes así conseguir una correcta resolución del problema.
Como siempre, nuestra mejor recomendación es acudir al profesional adecuado para que nos asesore convenientemente.
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